La flota de pesqueros ilegales chinos que depreda con respaldo del gobierno de la potencia asiática abandonó Galápagos y ya se dirige hacia los mares del Sur. Su objetivo para el último tramo del año: saquear la enorme reserva de calamares que todavía subsiste en esta parte del mundo, en un negocio de depredación que año tras año mueve más de 700 millones de dólares.