El horario de invierno, que se abandonó el pasado 10 de marzo al adelantarse una hora los relojes, se irá cambiando cuando se alcancen las 2 am en las diferentes zonas horarias en casi todos los estados contiguos del país.
Sin embargo, Arizona, Hawaii y el estado libre asociado de Puerto Rico no cambiarán la hora, mientras que Alaska retrasará su reloj una hora después que en la zona del Pacífico.
El cambio horario afecta también la franja de territorio mexicano en la frontera con EEUU, mientras que en el resto del país ya se produjo hace una semana (con la excepción de los estados de Quintana Roo y Sonora, donde no cambia). De esta forma, la diferencia horaria con Europa volverá a ser la habitual después de una semana anómala, ya que en esa zona la hora cambió el pasado domingo.
El periodo del horario de invierno se prolongará en EEUU y en esa zona fronteriza del país vecino hasta el 8 de marzo de 2020 a las 2 am, momento en el que se adelantará de nuevo el reloj 60 minutos con el objetivo de adaptar las actividades sociales y económicas al ciclo de luz natural veraniego.
La idea del aprovechamiento diurno de luz natural fue planteada por primera vez en el siglo XVIII por el científico y diplomático estadounidense Benjamín Franklin. Su propuesta consistía en adelantar los relojes una hora durante el verano para rentabilizar mejor la iluminación natural y reducir el consumo de velas.
El horario de verano se comenzó a aplicar en EE.UU. de manera temporal durante la Primera Guerra Mundial y se generalizó en 1966.
Pero la conveniencia de estos cambios horarios divide en la actualidad a la sociedad. Hay estudios que aseguran que de esta forma se ahorra consumo energético, aunque hay otros que dicen que se trata de algo marginal.
A ello hay que sumar la opinión de expertos que indican que el horario de invierno puede afectar a entre el 1 y el 10 % de la población.
Entre los síntomas del trastorno afectivo estacional estarían la fatiga, un estado de ánimo deprimido, pérdida de interés, dificultad para dormir o sueño excesivo, cambios en el apetito, sentirse inquieto o tener dificultades para concentrarse o sensibilidad al rechazo de amigos y familiares y, como resultado de ello, retraimiento.
Este pequeño "jet lag" que experimentan los cuerpos suele desaparece en 24 o 48 horas, aunque los niños y las personas mayores puede que lo acusen algo más.
Expertos consultados por NBC sugieren, para adaptarse mejor al nuevo horario, mover durante unos días la hora de acostarse y de otras actividades de 15 minutos en adelante (sobre todo paralos niños), aprovechar lo más posible durante el día la luz natural, desayunar una hora después de levantarse, reducir consumo de cafeína y alcohol y no exponerse a pantallas justo antes de dormir, entre otros consejos.