Osvaldo Giordano estuvo dos meses al frente de la Anses. El presidente Javier Milei lo echó porque su pareja, la diputada nacional Alejandra Torres, votó en contra algunos tramos del proyecto de la ley ómnibus. En ese período al frente del organismo previsional, ordenó no renovar el contrato con Nación Seguros que le costaba al Estado unos $20.000 millones al año. Y destapó un escándalo que no para de crecer, que derivó en denuncias penales por fraude, malversación y abuso de autoridad contra los exfuncionarios de Alberto Fernández en el organismo y contra el propio expresidente. “Cuando vimos los números, era claro que había un problema”, dijo Giordano.
La denuncia penal del Gobierno, presentada por el Ministerio de Capital Humano, la Anses y Nación Seguros, apunta principalmente a Federico Alejandro D’Angelo Campos, exdirector general de operaciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses, pero alcanza a cualquier persona o entidad que haya participado en posibles actividades delictivas. La nota de D’Angelo Campos en la que se ordenaba designar a San Ignacio Productores de Seguros y TG Broker como organizadores de contratos de seguros no estaba en el circuito electrónico de Anses, confirmó Giordano.
–¿Qué les hizo sospechar de las contrataciones con Nación Seguros?
–En la Anses no teníamos información que explicara la trama por detrás del contrato. Vimos los números y detectamos que este era uno de los problemas que teníamos. Lo que hice fue pedir una comparación del costo con los autoseguros, que era lo que hacía antes. Lo que se hizo fue medir lo que costaba Nación Seguros y lo que nos costaría hacerlo nosotros. Era simple, dos columnas de un Excel; se comparó y la brecha era del 40%.
–¿Fue entonces la orden de darlo de baja?
–No darlo de baja sino comunicar a Nación Seguros que no se renovaba e inmediatamente empezar a organizar el autoseguro. El acuerdo vencía a finales de febrero. Estábamos en ese proceso cuando apareció la trama respecto de qué es lo que hacía Nación Seguros con lo que recibía.
–¿Le llamó la atención la decisión de Fernández de contratar todo con Nación Seguros?
–El decreto era general para todas las reparticiones públicas; en el caso de la Anses pasó que rompía una tradición. Siempre se habían hecho autoseguros. La designación del broker lo hizo D’Angelo Campos con una nota que no estaba en el circuito electrónico. La firmó y estaba en Nación Seguros. Eso sí era raro.
–¿Se mantuvo la decisión después de que lo echaron a usted?
–Sí, entiendo que sí. Había algunos en la Anses que sugerían que tratáramos de negociar mejores números pero es muy complejo definir cuál es un precio razonable o no. No es un seguro tan simple, es gente de edad alta. Lo otro era más simple: comparar costos y, al ver la brecha, resolver. No soy un experto en seguros, pero intuía que el autoseguro era mejor en casos en donde hay cientos de miles de créditos. No es que la respuesta mejor siempre sea el autoseguro. En la escala de Anses, es lo lógico.
–Dijo que era uno de los tantos problemas que tenían, ¿cuáles eran los otros?
–Desde el punto de vista administrativo fue muy complejo el tema de recursos humanos. Dimos 510 bajas; el área de recursos humanos estaba “tomada por los muchachos”. Demoramos bastante en identificar y notificar. Además, había contratos de todo tipo. Hay mucho por hacer, como corregir los pagos que se hacen con el Correo Argentino, que es muy obsoleto cuando la gente en su mayoría ya usa billetera electrónica; también hay que mejorar el proceso de verificación del colegio y de la atención sanitaria de los chicos para la AUH. Son millones de personas dando vueltas con papelitos; es un desgaste enorme. Hay oportunidad de mejora por todos lados.
–¿La reforma previsional?
–Es otro nivel. Ya no depende de la Anses; el organismo puede y tiene que aportar la mejor información para que se conozca la situación, pero los cambios y la organización del sistema no corresponden a la Anses.