La normativa remplazará la heredada de la dictadura militar, por la que aún se rige la Policía de La Pampa, publica hoy El Diario de La Pampa.
"Esta ley, que en un principio la pensaron como un parche más, fue tomada por las organizaciones sociales, políticas y sindicales reunidas en La Colectiva, como una oportunidad para discutir", recordó el referente del Movimiento Pampeano de Derechos Humanos, Víctor Giavedoni.
"El aporte de las organizaciones fue escuchado y hoy se discute una ley que contempla los nuevos paradigmas de la seguridad ciudadana. Igualmente , aún resta mucho trabajo por hacer de parte de las organizaciones de la sociedad en pos de las transformaciones que creemos deben darse. Pero celebramos este importante paso", remarcó.
"Desde la Colectiva, convocamos a las organizaciones políticas, sociales y sindicales a asistir a la legislatura, este jueves 25 de agosto a las 11,30 horas para apoyar este importante logro. Cada agrupación puede ir con sus pancartas", comunicó.
Cabe recordar que, finalmente, y después de un parate poco justificable, avanzó en la Legislatura la Ley de Seguridad Ciudadana, pero llamativamente con una resistencia de distintos espacios de la oposición política.
El paso que puede dar la democracia pampeana es histórico, puesto que se trata de una deuda institucional a esta altura inaceptable: el accionar policial y las reglas básicas sobre la Seguridad siguen enmarcadas en La Pampa en las normas jurídicas de facto heredadas de la última dictadura.
El retraso y la inacción de gobiernos anteriores fueron afrontados por la actual gestión, con una labor caracterizada por el pluralismo y la consulta a numerosos organismos vinculados con ese accionar, desde personas expertas en la materia hasta organismos de Derechos Humanos, pasando por municipios y autoridades nacionales.
En general no existen dudas de que se tomaron los posicionamientos de esos espacios, y que la iniciativa -aunque siempre perfectible con el paso del tiempo y a partir de su puesta en marcha- es de avanzada en cuanto a su perspectiva en Derechos Humanos y de Género.
A partir de la presentación en la Legislatura, sin embargo, hubo demoras y cuestionamientos, incluso dentro de algunas líneas del oficialismo, que sugirieron por ejemplo atender los planteos de círculos policiales, en un contexto en el que algunas pujas internas del partido del gobierno dispararon hasta celos políticos entre distintas facciones.
Pasado ese terremoto, lo que apareció es la resistencia opositora, con argumentos que no se habían escuchado, que sorprendieron, que resultan incluso ambiguos y contradictorios, sobre todo porque además ubican en la misma vereda al tiernismo, al radicalismo y al macrismo.
La oposición resentida del tiernismo se veía venir, porque es agitada todo el tiempo y la dirigencia del espacio pretende erigirse en una suerte de representación de la vieja Policía, también bajo la conciencia de que hay en ese sector parte de su base electoral, cautivada por el rancio manodurismo fogoneado desde el sector.
El macrismo de algún modo comparte y compite por esa mirada ideológica, entonces buscó argumentos parecidos y pone palos a la ley bajo el argumento de que no garantiza una mejora de los salarios policiales, asunto que en rigor nada tiene que ver con una normativa de este tipo.
Lo que más sorprendió es que a ese mismo carro se subiera el radicalismo, aunque de todos modos no anunció que votará en contra, sino que se reservó la decisión para tomarla directamente en el recinto, pero aparecer en la historia en el bando contrario de esta reforma de avanzada sonaría descabellado y una oportunidad perdida para un partido que se jacta de sus costados más democráticos.