Tras cumplir con la práctica los jugadores tuvieron descanso y el mejor del mundo, Lionel Messi, el más mimando de la gente, disfrutó de una salida familiar más que merecida.
Antonela Roccuzzo entró al restaurant Gardiner de Costanera con sus hijos a quince minutos de que fueran las dos, y casi media hora después apareció su esposo.

Por supuesto, la presencia de Leo revolucionó el local y cuando salió, dos horas después, el restaurante armó una especie de operativo para que el jugador pueda irse tranquilo.
Aunque mucho comensales salieron a sacarse selfies con él, que accedió de buen humor. Igualmente debió escuchar el -a esta altura un clásico- "Traeme la copa Messi", que se puso de moda en Argentina.