Los efectivos han encontrado, a la 1.25 de la madrugada de este sábado, el cuerpo sin vida del pequeño Julen.Todos sabían que las circunstancias en las que se produjo el suceso, –la caída de un niño de dos años por un pozo de 25 centímetros de diámetro y 107 metros de profundidad–, no dejaban mucha posibilidad al optimismo. Pero si había alguna, había que abrazarla porque todos los implicados en su rescate estaban, desde el primer momento, dispuestos a hacer lo imposible.
El esfuerzo descomunal de los efectivos implicados en la operación, con Totalán, Málaga, como epicentro, iniciaba tras conocerse el suceso, ocurrido aquel aciago 13 de enero en el que el niño correteaba por la finca en la que sus padres se encontraban junto a otra pareja antes de que tuviese lugar el terrible accidente.
Corresponde ahora a las autoridades la reconstrucción de los hechos, que aún ahora encierran incógnitas. ¿Cómo cayó? ¿Por qué no estaba correctamente sellado el pozo? Son muchas las preguntas, pero el trabajo entonces se concentraba y planificaba alrededor de una idea firme y concisa: trabajar desde la idea de que Julen está vivo.
La bolsa de chucherías y el tapón de tierra
Bajo esa directriz comenzaba una titánica lucha contra el reloj; una pelea contra el tiempo, que con el transcurrir de los días encontró además un terrible aliado: el terreno y su dureza, que con sus bloques de cuarcita, entre otros materiales, ha opuesto su resistencia casi en cada fase de la operación.
Cuando el día siguiente al suceso, el lunes 14 de enero, encontraron una bolsa de chucherías del pequeño Julen en el pozo, comenzaba la odisea: un rescate en condiciones “extremas e inéditas”, como calificaba el propio delegado del Gobierno de Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ante todos los medios.
Fuente: Telecinco - España