Dentro de las paredes de piedra del monasterio de Trisulti a 130 kilómetros al sur de Roma, durante más de ocho siglos, los monjes han vivido en un lugar tranquilo, orando, leyendo y preparando remedios medicinales con hierbas del bosque circundante.
Ahora, sólo queda un monje de 83 años. El otro residente de Trisulti llegó relativamente hace poco tiempo. Se trata de un británico de 43 años que es uno de los socios más cercanos de Stephen K. Bannon (el antiguo estratega de Trump) en Europa y que espera transformar el monasterio en una “escuela de gladiadores de la cultura”.
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Benjamin Harnwell, el acólito de Bannon, se pasea a través de pasillos ocultos y habitaciones pintadas al fresco, mientras asegura que la próxima misión en este sitio está a punto de tomar forma.
Pronto, afirma, el monasterio estaría lleno de estudiantes que querrán dominar las herramientas de la política populista. Las salas decoradas con pinturas antiguas servirían como aulas donde los estudiantes podrán aprender la cosmovisión defendida por Bannon, quien, desde que se quedó fuera de Breitbart News tras la publicación de Fuego y Furia —el libro de Michael Wolff que dibujaba un retrato estremecedor de Donald Trump, basado en gran parte en su testimonio—, Bannon se concentró en ser el arquitecto de los populismos en Europa.
¿Podrá un lugar donde los monjes alguna vez sostuvieron votos de silencio producir la próxima generación de Matteo Salvinis y Viktor Orbans? Harnwell está en el proceso de reclutar “maestros”.
Si todo va bien, afirma, una nueva generación de líderes pasará tiempo en este monasterio y luego descenderá por el camino de la montaña, regresará a Roma, a otras capitales europeas o a Washington, para garantizar que la versión de la revuelta de Bannon pueda expandirse por el mundo.
Laboratorio perfecto
La cartuja de Trisulti, a dos horas fuera de Roma, refleja tanto las ambiciones grandiosas como el apoyo religioso de Bannon y sus aliados, que sienten que Occidente se ha debilitado por un conjunto de élites corruptas y de mentalidad global, y por el deterioro de los valores cristianos tradicionalistas. Tal como lo ven, Italia es un lugar apropiado para sus planes: contiene todo el pasado que Bannon necesita para acreditar una coartada cultural judeocristiana a su teoría política.
El Estado italiano cedió el monasterio recientemente al instituto católico Dignitatis Humanae (IDH), una especie de think thank para propagar políticas ultraconservadoras desde el catolicismo que abandera Bannon y que dirige Harnwell, quien fue asesor en el Parlamento Europeo del tory Nirj Deva hasta el 2010, cuando decidió trasladarse definitivamente a Roma.
Estrategia
Para ello se está sirviendo de dos herramientas. Una, puramente política, The Movement, un club para propagar el ultraderechismo fundado por el político belga Mischaël Modrikamen. Cuando Bannon se unió el verano pasado, el proyecto despegó de golpe. Dice que lo financia parte de su bolsillo —hizo una pequeña fortuna como banquero en Goldman Sachs— y parte con donaciones privadas europeas que no identificó.
La idea es combatir a la Open Society de George Soros, el multimillonario húngaro que todas las fuerzas populistas identifican como su archienemigo. The Movement, con sede en Bruselas, proveerá de estudios, sondeos y asistencia a los partidos ultraderechistas. Su principal tarea consistirá en una macroencuesta de actitudes de los votantes sobre Europa.
Toda esta estrategia tiene capital y epicentro: Roma. El líder de la Liga y ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, ya se ha adscrito a The Movement, parece que lidera y une al resto de fuerzas de ultraderecha y Bannon lo ha definido como “el heredero de Trump en Europa”. “Italia está en el centro del universo de la política”, dijo Bannon en una conferencia del partido neofascista Hermanos de Italia, aliados de la Liga.
El asesor político y lobista explica que el monasterio continuará sirviendo como un espacio para “actividades culturales”. Ofrecerá cursos dedicados a las ideologías tanto de Bannon como del cardenal Renato Raffaele Martino, conocido como un luchador feroz contra la eutanasia, la pena de muerte y el aborto.
Instrumento
La segunda herramienta es la que está montando Harnwell, la mano derecha de Bannon en Roma, en el monasterio. Se trata de la Academia del Occidente Judeo-Cristiano, una especie de universidad que quiere formar a los futuros líderes desde el prisma del ultracatolicismo. A partir del próximo verano empezarán a dar clases de filosofía, teología, económicas e historia. Su idea es poner en el centro lo que ellos llaman los “valores judeocristianos”, que se basan en la idea de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios.
“¿Enseñaremos los fundamentos del populismo y el nacionalismo? Sí, absolutamente ”, dijo Bannon. “Pero también una gama más amplia de temas. Las tendencias de donde creemos que se dirige el mundo”.
Bannon dijo que también impartirá una sesión sobre “las artes aplicadas de los nuevos medios”.
“Queremos estar atentos a lo que es Occidente para defenderlo mejor de las varias formas de ataque existencial que están llevando a cabo posiciones de gran poder”, cuenta Harnwell sobre el centro. Todo está basado en las ideas de Bannon. Él diseñó el nombre, busca fondos de fortunas estadounidenses, e inspiró el proyecto desde un famoso discurso que dio en el 2014.
Bannon, un católico integrista, cree que evangelizar desde la religión también puede servir a sus intereses políticos. Uno de los miembros del Instituto es el cardenal estadounidense Raymond Burke, conocido por encabezar el frente conservador opositor al papa Francisco, a quien ha llegado a acusar de hereje.
Burke fue uno de los cardenales que envió la famosa carta de las dubia (dudas), que protestaba porque el papa plantease que los divorciados vueltos a casar pudieran volver a comulgar en algunos casos. La academia quiere luchar como lobby para extender políticas contra el aborto, contra los homosexuales, contra la inmigración, contra los musulmanes e incluso contra la igualdad.
Harnwell dice que no tiene ningún problema con las mujeres que trabajan, pero que está en contra de “quienes las empujan a trabajar cuando preferirían quedarse en casa con sus hijos”.
Hoy por hoy ya no es “ America First”, sino “ prima gli italiani”.