por Pablo Sirvén - LA NACIÓN
Son datos sorprendentes recopilados por el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos sobre la dotación de Canal 7 que están bajo la atenta observación de su titular, Hernán Lombardi, quien deberá poner racionalidad en esa sobredimensionada y onerosísima estructura, cuyas caprichosas modalidades laborales son dignas de la imaginación de un autor de realismo mágico.
Si se reducen las horas extras y tienen éxito los planes de jubilaciones anticipadas y retiros voluntarios, el achique no será cruento. Anteayer, la dirección de Radio y Televisión Argentina (RTA) llevó a la discusión paritaria una propuesta de 0% de incremento salarial, atendiendo a que los sueldos de la TV Pública se encuentran muy por encima de los del resto de la industria televisiva.
Un 30% de quienes se desempeñan en la emisora estatal tienen sueldos brutos mayores a $100.000 y sólo un 2% de ese personal percibe salarios inferiores a $40.000. Números insólitos que se vuelven más astronómicos por el crecimiento casi al doble de empleados durante los años del kirchnerismo (eran 652, en 2002, y en 2015 ascendían a 1115, un 71% más). El ausentismo, que en los canales de TV privados ronda el 10%, en la planta de Figueroa Alcorta y Tagle, construida por la última dictadura militar se dispara al 30%. Datos del SFMyCP.
Lombardi viene de disponer la creación de la empresa Contenidos Públicos Sociedad del Estado para nutrir las señales estatales Encuentro, PakaPaka y DeporTV, en lugar de CIARA, que funcionaba en instalaciones de Fabricaciones Militares y concebida por Julio De Vido, en su interna contra Tristán Bauer, y cuyos contratos, tercerizados a la Universidad de 3 de Febrero por disposición del ex ministro ahora preso, no se renovaron.
Al inicio de la gestión de Cambiemos, un relevamiento arrojó que la TV Pública "adeudaba" al personal casi 200.000 días entre vacaciones y francos compensatorios no tomados, con el agravante de que allí los períodos de descanso se cuentan por días hábiles en lugar de corridos como en el resto de los trabajos.
En Canal 7 mandan cuatro gremios: el Sindicato Argentino de Televisión (SAT), la Sociedad Argentina de Locutores (SAL), el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y la Asociación del Personal Jerarquizado (APJ). Cada uno de ellos con sus especificidades son muy celosos de sus territorios y defensores a ultranza de sus propias conquistas que burocratizan y encarecen hasta el absurdo determinadas tareas. "Para cubrir una nota en vivo -apunta un estudioso de esas complejas relaciones- hacen falta más de diez personas del SAT y tres de Sipreba".
Por de pronto Lombardi ya resolvió designar ad honorem al directorio y suprimir el equipo de asesores, lo que supone un ahorro anual de 48 millones de pesos.
Pero en vista del lío que se armó por la no renovación de 16 contratos en Radio Nacional, la mayoría firmados en las postrimerías de la segunda presidencia cristinista, Lombardi debería preparar su casco: como era de esperar, a la comisión interna del canal le cayó muy mal que trascendieran algunos de los números que se vuelcan al comienzo de esta columna y el congelamiento salarial. Alguien podría declarar la guerra.
"Los trabajadores y trabajadoras de prensa de la TV Pública -apuntó en un severo comunicado esa representación gremial- expresamos nuestro total y absoluto rechazo a la extorsión y provocación de parte de la empresa y las autoridades del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos."
Pasado mañana, a las 14, en la redacción del noticiero de Canal 7, decidirán en una asamblea los pasos a seguir. Se vienen días bravos, pero el ministro tiene fama de paciente negociador con suficiente gimnasia política adquirida desde sus tiempos de militante activo de Franja Morada. La necesitará en esta ocasión, aunque se muestra confiado.
Junto con representantes de los canales privados, Lombardi ya logró, al menos, que los sindicalistas del sector audiovisual se avinieran a revisar por primera vez el intocable, sacrosanto y antediluviano convenio de 1975 de la era precolor, catorce años antes de la caída del Muro de Berlín y del tiempo en que Isabel Perón y José López Rega mandaban en la Argentina. Hasta hubo un encuentro entre las partes con el presidente Mauricio Macri y el ministro Jorge Triaca en la Casa Rosada, en vísperas de Navidad para darles mayor formalidad a esas tenues brisas de cambio.
La industria periodística se reformula dramáticamente aquí y en todo el mundo con nuevos formatos y dispositivos a los que habrá que aggiornarse para evitar sucumbir por aferrarse a ortodoxias ya perimidas hace varias décadas.
Tras la primera etapa de recuperación del pluralismo en pantalla y de una mayor transparencia en las contrataciones de la TV Pública, a Lombardi, como al resto de los más altos funcionarios del Gobierno, le toca la difícil misión de ajustar su vasta área (que además incluye el CCK, Télam, Radio Nacional y Tecnópolis) al más estricto control de gastos que exige ahora el Presupuesto 2018.
Después de las interesantes experiencias en 2017 de la tira Cuéntame cómo pasó y de las entrevistas nocturnas de Cada noche, Lombardi quiere iniciar una etapa de mayor convergencia en busca de nuevas y más jóvenes audiencias, actualización tecnológica y mayor austeridad, con un sentido federal e integrador del país, la implementación de una plataforma digital de contenidos y la llegada de otras dos ficciones (El marginal 2 y una más en una sintonía similar al de la serie catalana Merlí).
Comenzó la temporada de festivales folclóricos, que suele acercarle más audiencia cada noche a la pantalla oficial y se prepara para transmitir el Mundial con un ahorro, calculan, sobre Brasil 2014, de US$20 millones en la adquisición de los derechos correspondientes. Las cartas están echadas.