Hace más de una semana que el doctor Gregory Yu, emergentólogo de la ciudad de San Antonio, Texas, escucha el mismo pedido de sus pacientes, vacunados o no vacunados contra el Covid: todos le piden que les receta ivermectina, una droga típicamente usada para tratar los parásitos y que en repetidos ensayos clínicos no ha demostrado ninguna eficacia en el tratamiento de personas infectadas con el coronavirus.
Yu viene rechazando el pedido de ivermectina de sus pacientes, pero sabe que algunos de sus colegas acceden. Las recetas para la compra de ivermectina han aumentado exponencialmente en las últimas semanas, hasta más de 88.000 por semana hacia mediados de agosto, en comparación con una base promedio de 3600 por semana antes de la pandemia, según investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Y algunos farmacéuticos ya reportan escasez del fármaco. Travis Walthall, farmacéutico de Kuna, una localidad de 20.000 habitantes del estado de Idaho, dice que en los últimos dos meses ya despachó más de 20 recetas de ivermectina, cuando en un año típico solía recibir apenas dos o tres. Hace una semana que Walthall no consigue el medicamento en las droguerías que suelen abastecerlo: está agotado y hay faltante.
Walthall está anonadado, y no entiende cómo hay tanta gente que quiere tomar una droga no aprobada contra el Covid. “Me parece terrible”, dice el profesional farmacéutico.
Aunque en ocasiones es administrada en pequeñas dosis a los humanos para combatir los piojos, la sarna y algunos parásitos, la ivermectina es mayormente un fármaco de uso veterinario. Y ahora los médicos alertan que muchas personas la compran en las grandes distribuidoras de insumos para ganado, donde la droga se consigue en una forma altamente concentrada, o en líquido.
Los llamados de emergencia por consumo de ivermectina a los centros de intoxicaciones aumentaron drásticamente —se multiplicaron por cinco tomando julio como base—, según los investigadores de los CDC en base a datos de la Asociación de Centros para el Control de Intoxicaciones de Estados Unidos. El departamento de salud de Mississippi informó a principios de este mes que el 70% de los recientes llamados al centro de intoxicaciones de ese estado eran de personas que habían ingerido ivermectina comprada en locales de suministros para ganado.
El doctor Shawn Varney, toxicólogo y director médico del Centro de Intoxicaciones del Sur de Texas, dice que en todo 2019 su agencia recibió 191 llamados por ingesta de ivermectina: en lo que va de 2021, han recibido 260, y a este ritmo habrán recibido 390 para fin de año. La inmensa mayoría de las consultas recientes son de personas que ingirieron un producto veterinario como un intento de tratar o prevenir el Covid-19.
“Todos buscan la cura para esa enfermedad tan devastadora que es el Covid”, dice Varney. “Le ruego encarecidamente a la gente que deje de tomar ivermectina y que se vacune, pero por el momento es la mejor protección que tenemos. Todo lo demás, es sumarle riesgo al riesgo.”
Intoxicaciones
Varney dice que las personas que llaman al centro de intoxicaciones tras haber ingerido ivermectina suelen reportar náuseas, dolor muscular y diarrea. El médico también advierte que en el pasado se han producido muertes por sobredosis de ivermectina, aunque no sabe de ningún fallecimiento relaciones específicamente con el consumo del antiparasitario como intento de frenar el Covid.
El mayor peligro, agrega Varney, es para las personas que agarran un producto que viene en una presentación de uso veterinario y lo ingieren en dosis mucho más elevadas que las recomendadas para humanos, a veces en cantidades 10 o 15 veces mayores que la cápsula aprobada para el tratamiento en humanos.
“Hay gente que va a las forrajerías o las farmacias veterinarias y compra la fórmula hiperconcentrada para animales de 1000 kilos”, dice Varney. “Y eso es exponerse a un gravísimo problema de salud.”
La ivermectina fue aprobada como droga veterinaria a fines de la década de 1970, y el descubrimiento de su efectividad para combatir algunas enfermedades parasitarias en humanos mereció el Premio Nobel de Medicina en 2015.
Aunque no ha mostrado ser efectiva para el tratamiento o la prevención del Covid-19, mucha gente proclama su eficacia y la recomienda de viva voz por Facebook, Reddit y otras redes sociales. Algunos médicos comparan el fenómeno actual con el auge de interés del año pasado por la hidroxicloroquina, aunque sobre el uso de la ivermectina hay más ensayos clínicos.
La semana pasada, tuvo que intervenir la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos. “Usted no es un caballo”, tuiteó la agencia, junto con una advertencia explicando que la ivermectina no ha sido aprobada por esa agencia, ni para el tratamiento ni para la prevención del covid-19, y que la ingesta de una dosis alta puede causar graves daños a la salud de las personas.
Una reciente revisión de 14 estudios terminados sobre el uso de ivermectina sobre más de 1600 participantes concluyó que ninguno de esos ensayos clínicos arrojó evidencia sobre la capacidad del fármaco para prevenir el Covid, mejorar el estado de los pacientes o reducir la mortalidad. Siguen en marcha otros 31 estudios sobre la eficacia del fármaco.
“Existe un gran interés en reutilizar medicamentos conocidos, baratos, y fácilmente administrables en forma de tabletas orales, como la ivermectina”, dicen Maria-Inti Metzendorf y Stephanie Weibel, coautoras de esa revisión de los estudios ya realizados. “Más allá de esas ventajas potenciales, los resultados de los estudios clínicos llevados a cabo hasta ahora no permiten confirmar los tan publicitados beneficios de la droga.”
Placebo
Uno de los ensayos más grandes sobre el uso de la ivermectina para el tratamiento de Covid-19, llamado Together Trial, fue frenado el 6 de agosto por la junta de monitoreo de seguridad de datos, ya que se demostró que el medicamento no es mejor que un placebo para prevenir la hospitalización o una estadía prolongada en terapia intensiva. El doctor Edward Mills, profesor de la Universidad McMaster y director de ese estudio en el que se inscribieron más de 1300 pacientes, dice que su equipo lo habría frenado antes, de no ser por el grado de interés público en la ivermectina.
“La persona de seguridad de datos nos adelantó que era inútil, que el estudio no estaba arrojando ningún beneficio para los pacientes involucrados en el ensayo”, dice Mills.
Otro estudio reveló que la ivermectina es relativamente inofensiva, salvo que se tome en dosis altas. El doctor Eduardo López-Medina, investigador del Centro de Estudios en Infectología Pediátrica de Colombia, dirigió un ensayo controlado aleatorizado que concluyó que la ivermectina no tiene un efecto estadísticamente significativo en reducir la duración de los síntomas de Covid. Pero el estudio dirigido por López-Medina también reveló que los pacientes que recibieron ivermectina tampoco registraron aumento estadísticamente significativo de efectos adversos, por más que se les administraban dosis bastante elevadas, de hasta 300 microgramos por kilo de peso corporal.
“Parece ser un medicamento seguro, pero con eso no alcanza para andar recetándolo libremente”, dice López-Medina.
Lo que realmente alarma a los investigadores y médicos es que la gente recurra a la ivermectina como forma de posible prevención o tratamiento del Cocid-19 en vez de darse alguna de las vacunas, cuya eficacia está ampliamente demostrada.
“La única estrategia que funciona para controlar el Covid-19, hasta ahora, es la vacunación”, dice el doctor Irwin Redlener, médico y fundador del Centro Nacional de Preparación para Desastres de la Universidad de Columbia, Nueva York. “Lo único que verdaderamente interfiere con nuestros esfuerzos por controlar esta pandemia es que la gente no se vacune por las pavadas que lee en Internet.”