por Rodrigo Álvarez - Economista (Cronista)
Luce bastante similar a la situación argentina, excepto en lo que respecta al déficit fiscal y al stock de deuda. El primero es un tercio del observado en Turquía y la deuda pública es casi el doble, pero no dejan de ser situaciones comparables.
En 2008, luego de tres renegociaciones con el Fondo Monetario Internacional, la economía crecía sostenidamente a un ritmo del 5% con 5% de inflación. Un virtuoso doble cinco.
¿Cuál es el secreto? En 2004, Turquía tenía 4 puntos de déficit en cuenta corriente sobre producto desde un superávit de 2 en 2001. En ese lapso, las reservas prácticamente no cayeron. Más importante todavía, la volatilidad del tipo de cambio nominal bajó tendencialmente y el tipo de cambio real se mantuvo estable. La economía creció y el desempleo se mantuvo estable. La inflación bajó del 60% al 5-10% con metas implícitas.
Esto sugiere apoyo externo para financiar la transición sin presionar "el equilibrio social". Como el déficit financiero (público) se ubicó bien arriba de los cinco puntos del producto hasta que la deuda pudo ser estabilizada en base al crecimiento económico, los acreedores internacionales, además del Fondo Monetario Internacional, financiaron la transición en Turquía, consiguiendo una rápida desinflación con crecimiento, garante básico de la gobernabilidad.
¿Cómo podemos implementar algo similar? Al igual que ocurrió en Turquía, quizás el Fondo puede permitir un empujoncito para poner la economía en marcha. En 2002 el "stand-by" en ese país superó el nivel de reservas internacionales, lo que en nuestro caso implicaría un crédito adicional de casi u$s 10.000 millones. Con esos recursos quizás se podría instrumentar un fondo de estabilización para el tipo de cambio nominal en un marco de reformas orientadas a reducir la inflación.
El antecedente existe, las condicionalidades también. Lamentablemente, Brasil, Turquía, Perú, Chile e Israel (todas desinflaciones exitosas) tienen un denominador común: el apoyo externo en forma de déficit en cuenta corriente.
Quizás la oportunidad la tenemos. La idea es aprovecharla al máximo a través de un fondo de estabilización en cabeza del Banco Central, que sea controlado por el Fondo Monetario Internacional.