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El enfrentamiento entre Fernández y Bolsonaro podría derivar en una guerra comercial

07 Noviembre 2019
Jair Bolsonaro no vendrá a la asunción de Alberto Fernández, es sabido. Pero su gobierno acaba de aclarar que tampoco lo hará su vicepresidente, Hamilton Mourao, desmintiendo una versión del diario Clarín en ese sentido.
 
Según parece ahora, lo reemplazaría el ministro de Ciudadanía, Osmar Terra, un funcionario de tercera categoría en la estructura del Palacio do Planalto.
 
Mientras tanto, el presidente brasileño usó su cuenta de Twitter para afirmar que tres grandes compañías (MWM, Honda y L´Oreal) cerrarían sus fábricas en la Argentina para radicarse en su país. Las empresas lo desmintieron y él borró el mensaje de la red social.
 
Ambas cosas ocurrieron en menos de 24 horas, luego de que Alberto Fernández ratificara desde México su posición a favor de la liberación de Lula Da Silva y derrochara elogios hacia el izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
 
En medio de esta controversia creciente, parece haber una serie de certezas:
 
  • Alberto empezó a construir un eje continental en el marco del cual intentará custodiar los intereses comerciales que Argentina tiene frente a Brasil, pero en el que seguramente no habrá lugar para Bolsonaro.
  • Si en algo se parece Alberto a Cristina es en lo mismo que lo aleja de Bolsonaro, la concepción de lo que tiene que ser América Latina.
  • Y lo más preocupante... Alberto y Bolsonaro, Argentina y Brasil, están empezando a pasar de la guerra verbal a la comercial, con todos los riesgos que eso implica para ambos países.
 

¿Por qué se pelean?

 
Lo primero que hay que recordar es que, mucho antes de las declaraciones que hizo desde México, ya en la misma noche de su triunfo electoral, Alberto Fernández pidió abiertamente por la libertad de Lula.
 
“No hay nada que irrite más a Bolsonaro que tocar ese tema”, dice el periodista brasileño Marcio Resende. “Para él es un asunto muy importante, porque se encuentra en una batalla ideológica y ve socialistas y comunistas por todos lados”, explica.
 
En tanto, Alberto sabe que el Supremo Tribunal Federal de Brasil se dispone a tomar una decisión sobre un pedido para que Lula pueda recuperar la libertad, por lo menos hasta que haya una sentencia firme en su contra. Para él, y también para Cristina Fernández, es el momento de hacer sentir la presión del hemisferio progresista.
 
Mientras tanto, para Bolsonaro ésta es una cuestión que oscila ente el orgullo propio (Lula fue condenado por el juez Sergio Moro, su actual ministro de Justicia) y el dogmatismo ideológico. En ninguno de los dos aspectos parece estar dispuesto a ceder.
 

¿Qué puede pasar?

 
En los primeros 10 meses de 2019, Argentina tuvo un superávit de 623 millones de dólares en el comercio bilateral con Brasil. El año pasado, durante el mismo período, el déficit había sido de 4118 millones de dólares.
 
Pero el saldo de la balanza comercial entre ambos países, a favor de la Argentina, sólo se explica por la caída de las importaciones de nuestro país, como consecuencia de la crisis económica y la recesión.
 
Para Brasil, Argentina ha dejado de ser un socio comercial preponderante y eso le permite especular con un eventual acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, que es con lo que en realidad sueña Bolsonaro.
 
Por cierto, esa decisión haría volar al Mercosur y a toda la región por los aires, aunque ese riesgo no parece ser algo que hoy pueda pesar decisivamente en la toma de decisiones del mandatario brasileño.
 
El analista argentino Gustavo Segré, actualmente radicado en San Pablo, advierte que estamos ante “una posibilidad concreta” de que Bolsonaro rompa con el Mercosur y se encamine hacia un acuerdo unilateral con Donald Trump.
 
“Pero lo que veo más viable en esta situación es que el Mercosur se retrotraiga a una zona de libre comercio, en el marco de la cual los socios puedan haber acuerdos bilaterales con otros países”, sostiene Segre.
 
Por su parte, el politólogo Sergio Berensztein enfatiza que el vínculo entre Brasil y Estados Unidos nunca fue tan estrecho como el que tienen en la actualidad. “Hay una afinidad de estilos y de visión del mundo entre Bolsonaro y Trump, que es completamente inusual”.
 
De todos modos, Berensztein considera que a Bolsonaro no le será fácil pegar el portazo. Explica que una apertura total hacia el norte puede romper el corazón industrial brasileño, “que no es competitivo frente al de Estados Unidos”.
 
En el mismo sentido, opina que hay razones geopolíticas que pueden eventualmente poner más trabas al acuerdo entre Bolsonaro y Trump. “La visión de los militares brasileños no es compatible con la de Estados Unidos, no tienen la menor intención de intervenir en Venezuela y están muy preocupados por lo que pasa en el Amazonas”.
 
“Hay muchos temas concretos y estructurales que distancian a Brasil de Estados Unidos, independientemente de la retórica entre Bolsonaro y Trump”, agrega Berensztein. “Hoy hay una posibilidad más alta que antes, pero dudo de que sea un escenario de mayor probabilidad”.
 
A todo esto, ante la escalada de la pirotecnia entre Alberto y Bolsonaro, los empresarios argentinos empiezan a reclamar prudencia. Para Argentina, Brasil es un aliado estratégico en el aspecto comercial, independientemente del perfil ideológico de sus líderes.
 
Y en un contexto de caída generalizada de las economías regionales, protestas sociales y tropiezos institucionales, Brasil presenta expectativas de crecimiento para 2020 y podría convertirse en una locomotora que arrastre al resto de los países sudamericanos.
 
Con ese panorama, vociferar diferencias, en lugar de preservar las conveniencias parece ser un juego peligroso para todos y conveniente para nadie.
 
Fuente: A24

 

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