“Estados Unidos no busca un conflicto, pero nunca lo rehuirá”, sostuvo, ante la mirada de los parlamentarios surcoreanos. “No permitiremos que las ciudades estadounidenses se vean amenazadas con la destrucción”.
Aunque evitó los insultos y las burlas que ha prodigado en ocasiones previas hacia el régimen norcoreano y su líder, Kim Jong-un, el presidente estadounidense mantuvo un tono especialmente duro en un discurso en el que repasó la historia de la península coreana desde la guerra que la dividió (1950-53) y los peores abusos de la dinastía Kim, “un culto militar” y “un infierno que nadie merece”.
“El mundo no puede tolerar la amenaza de un régimen deshonesto que nos amenaza con la devastación nuclear”, destacó, tras recordar que su país mantiene en el Pacífico tres portaaviones, con su grupo de escolta completo y armados a plena capacidad: “quiero la paz mediante la fortaleza”.
Como había hecho la jornada anterior, en reuniones con el presidente surcoreano Moon Jae-in, el inquilino de la Casa Blanca lanzó un llamamiento a la comunidad internacional, especialmente China y Rusia, a acatar las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU y aumentar la presión contra Pyongyang para persuadir a ese régimen de que desista de su programa nuclear. Reclamó, entre otras cosas, rebajar las relaciones diplomáticas y poner fin a cualquier tipo de relación comercial con Corea del Norte.
“Cuanto más esperemos, mayor será el peligro y más se reducirán nuestras opciones”, indicó. “A aquellas naciones que hagan caso omiso de la amenaza: el peso de esta crisis recaerá sobre ustedes”.
Lanzó también un llamamiento directamente a Kim Jong-un: “las armas no le están protegiendo, sino que están poniendo en peligro a su régimen”.
Pero si el líder supremo norcoreano renuncia al programa nuclear, sostuvo, ese país tendrá la oportunidad de “un futuro más brillante”. Para ello, declaró, deberá “acabar con la agresión”, detener el desarrollo de sus misiles balísticos y proceder a la desnuclearización de manera “completa y verificable”. Únicamente, insistió, Estados Unidos abordará la posibilidad de una perspectiva de prosperidad y paz si Corea del Norte “pone fin a sus amenazas”.
Antes de dirigirse a la Asamblea Nacional surcoreana, Trump había intentado desplazarse en helicóptero a la zona desmilitarizada (DMZ) que separa las dos Coreas, aunque tuvo que desistir cuando ya se encontraba en las cercanías por la mala visibilidad. Previamente, la Casa Blanca había asegurado que el presidente estadounidense no se acercaría a la zona porque visitarla se había convertido en una suerte de “cliché”.
Tras concluir su estancia en Seúl, Trump y la primera dama de EE. UU., Melania Trump, llegarán esta tarde a Pekín, la tercera etapa de su gira por Asia, donde permanecerá hasta el viernes. Su agenda tiene prevista para esta jornada una visita a la Ciudad Prohibida, donde tomará el té con el presidente chino, Xi Jinping, y su esposa, Peng Liyuan, y asistirá a un espectáculo de ópera tradicional.
