Ante las declaraciones del Director de Gestión Social de la Municipalidad de Santa Rosa, las primeras referidas al aumento de las raciones en los comedores integrales y entrega de viandas, y las ultimas referidas a la falta de aportes del gobierno nacional, divisamos una ausencia innombrada pero relevante en esta problemática: El gobierno provincial. Este ausente, quien debe ser actor, se encuentra sentado de espectador, muy cómodo, construyendo el relato que la destrucción del tejido social es responsabilidad de otros.

 

 

Conocedor de esta complicada situación, parece prescindir o rechazarla con el afán de continuar confortable en su lugar del auditorio. Pero lamentamos molestarlo, su lugar debe ser de figura, de ejecutante, histrión o artista, la ciudadanía le demanda que actúe con firmeza tanto en el eje social como productivo.

 

 

Es cierto que se pueden realizar tiros por elevación al gobierno nacional, responsabilidades les caben respecto a la situación económica y social del país, en síntesis, lo referente a las cuestiones macro; pero el amesetamiento en la provincia de La Pampa, es responsabilidad del gobierno provincial, donde los fondos públicos se van en mentirosos emprendimientos o en obras faraónicas inconclusas o innecesarias en lo inmediato, en vez de financiar emprendimientos productivos y estratégicos que sustituyan importaciones desde otras provincias, o sirvan para fortalecer emprendimientos autogestionados; bregando de esta forma por la generación de empleo genuino que dignifique a las y los pampeanos para que no tengan que mandar a sus hijas e hijos a comedores integrales.

 

La falta de voluntad política, condiciona las decisiones políticas, entonces, nos choca la realidad. Y esa realidad se traduce en que le robaron la dignidad al ciudadano que tiene que ser asistido para que sus hijas e hijos tengan un plato de comida. Entonces todos se desgarran las vestiduras frente a esa realidad, reparten culpas y apuestan quien asiste mejor las necesidades insatisfechas de aquellos quienes despojaron de su dignidad.

 

Pero, si la única verdad es la realidad, en el caso de Santa Rosa, el mayor esfuerzo para garantizarles una alimentación equilibrada a las niñas y niños, no es ni el gobierno nacional, ni el gobierno provincial, son las vecinas y vecinos de la ciudad. Y esto es así, porque en el modelo de descentralización que inventaron y pusieron en práctica los decisores políticos que gobiernan la provincia desde el retorno de la democracia, se sustenta en la delegación de responsabilidades, sin el correspondiente y adecuado financiamiento.

 

Prueba de esta afirmación, que las vecinas y vecinos de la ciudad son quienes garantizan una alimentación equilibrada a las niñas y niños, se refleja en los guarismos del año próximo pasado, donde, si se tienen en cuenta los ocho millones trescientos mil pesos ($8.300.000) que transfirió el gobierno provincial, solo hubiera alcanzado aproximadamente para satisfacer las necesidades alimentarias de las niñas y niños de la ciudad para los primeros tres (3) meses del año, lo que se traduce en que el aporte solo alcanza para cubrir aproximadamente el 21,5% de los costos necesarios para la atención de comedores integrales.

 

Pero el desafío no es ver quien asiste mejor las necesidades insatisfechas de una parte de la población, el desafío es quitarnos la vergüenza de que sigan existiendo comedores estatales.