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Para imitar: Un secundario de Ushuaia acordó con los alumnos no usar los celulares en las clases y los recreos

Imagen ilustrativa Fuente: El Diario del Fin del Mundo
La modalidad se aplica “con éxito” desde hace algunos meses en el colegio privado Julio Verne. Se trata de un acuerdo entre directivos, docentes y estudiantes. No busca eliminar la tecnología de la enseñanza sino evitar los excesos de la “hiperconexión”. Dicen que ahora los alumnos ya no discuten con los profesores por el uso del teléfono en clase y que en los recreos hay más conversaciones y se reinventaron entretenimientos como pintar o jugar al ping pong. También se plantean debates mensuales sobre los efectos negativos de estar todo el tiempo pendiente del celular o de las redes sociales.
Alumnos, directivos y docentes de una escuela secundaria de Ushuaia acordaron no usar el teléfono celular durante las clases y los recreos, a la vez que crearon un sistema para dejar los aparatos cuando ingresan y retirarlos a la salida, según contaron fuentes vinculadas al proyecto que se aplica “con éxito” durante los últimos meses.
 
La experiencia se lleva a cabo en el colegio privado “Julio Verne” de la capital fueguina, luego de que los propios estudiantes aceptaran la restricción que se debatió en un “consejo de convivencia” creado por las autoridades.
 
El tema empezó discutirse luego de los múltiples conflictos originados en el aula cuando profesores descubrían a los alumnos utilizando el celular durante la clase, pero también porque el uso de los dispositivos se producía masivamente en los recreos, generando falta de dialogo y que no se optara por otro tipo de actividades.
 
“Al principio algunos cursos probaron cómo era estar desconectados toda la mañana. Y volver a usar los teléfonos recién al mediodía, cuando tienen un rato para el almuerzo. Después el tema comenzó a tratarse en el consejo de convivencia y los propios chicos plantearon que era mejor dejarlos a la entrada y retirarlos a la salida”, explicó Cynthia Cordi, directora del colegio en el nivel primario y apoderada de la institución educativa donde asisten 230 alumnos contando ambos niveles.
 
Según Cordi, lo que primero parecía complejo después “terminó siendo algo natural. Hasta a los chicos les pareció algo natural. Aprendieron que pueden estar desconectados unas horas, que el mundo no se cae y que se pueden hacer otras cosas. Arman torneos de metegol, pintan o charlan. Encontraron sus formas. Los docentes se comprometieron y hacen lo mismo”, relató la directora.
También contó que el acuerdo fue producto de un “largo camino” y de haber adoptado algunas restricciones anteriores.
 
La escuela tiene aulas digitales desde 2009 y con ello cada estudiante, incluso de nivel primario, cuenta con una netbook.
 
Los directivos tuvieron que prohibir, primero, el uso de las computadoras en los recreos, para que los chicos buscaran otras maneras de entretenerse, y con el auge de los celulares, tomaron una restricción similar. 
 
“En el nivel secundario nos pareció que el camino de la imposición no era el mejor y comenzamos a charlar con los alumnos, especialmente sobre la necesidad de aprovechar la clase completa y en los recreos conversar con el compañero en lugar de postearle algo en el Facebook o enviarle un whatsapp”, recordó Cordi.
 
Al principio no todos los estudiantes estuvieron de acuerdo y los delegados de los distintos cursos se chocaron con el rechazo que la medida generaba, pero finalmente fue aceptada.
 
“Lo más importante que sienten es que se eliminó un motivo de conflicto. Y entonces todos están más relajados. Es algo así como descansar en la norma. Se acabaron los retos de los profesores, o los argumentos acerca de si el teléfono estaba prendido o apagado y cosas por el estilo”, detalló la directora.
 
Apagado y a la caja
 
La logística del proyecto tampoco resultó sencilla: el colegio apeló a una planta de reciclado para recuperar los blíster donde vienen envueltos productos de la industria electrónica, recubiertos –incluso- con goma espuma de alta densidad, y así armaron gabinetes por curso donde los estudiantes dejan el celular “apagado” y a reguardo cuando entran al colegio.
 
Además de solucionar el conflicto de los celulares, la medida también descongestionó las redes internas de la escuela, ya que “aquí se trabaja mucho con la tecnología y 100 teléfonos conectados a wi-fi no ayudaban mucho para eso”, precisó Cordi.
 
El acuerdo sobre el uso de los teléfonos también despertó otros debates, como la adicción a la tecnología, o la privacidad en las redes sociales, que la institución aborda en seminarios mensuales a propuesta de los alumnos.
 
“El tema del abuso en el uso de Internet y los teléfonos es una preocupación para los chicos también. Muchos se preguntan si son adictos o si están haciendo una utilización nociva de las nuevas tecnologías. Creo que tienen cierto temor y hablarlo es una manera de poder trabajarlo en la escuela y también en la familia”, reflexionó la directora del colegio privado de Ushuaia.

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