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Singapur, las claves de su eficacia en la batalla contra el coronavirus

Se debe a la rapidez con que el gobierno impuso controles fronterizos, el rastreo meticuloso de los portadores confirmados, los numerosos tests y su clara estrategia de comunicación pública.
 
La abogada singapurense Iman Ibrahim practicaba snowboard en Italia, Suiza y Austria cuando el brote de coronavirus en Europa dio por terminadas sus vacaciones. Con las fronteras y los centros turísticos de montaña cerrando y su vuelo de regreso a Singapur cancelado, ella condujo hasta Alemania y tomó el avión que pudo para volver a la ciudad estado del sudeste asiático.
 
Ibrahim no sabía lo afortunada que era por haber regresado su ciudad, un centro financiero internacional conocido por su gobierno cuasi autoritario pero eficaz.
 
Singapur informó de sus dos primeras muertes recién este fin de semana, pese a que fue hace dos meses uno de los primeros países afectados por el brote fuera de China. Esto lo convirtió en uno de los lugares más seguros del mundo para los pacientes de la enfermedad.
 
El éxito de la ciudad en la lucha contra el brote se atribuye a la rapidez con que el gobierno impuso controles fronterizos poco después de que surgiera la enfermedad por primera vez en China, al rastreo meticuloso de los portadores conocidos, a los tests agresivos y a su clara estrategia de comunicación pública. "No hay nada que deban hacer de manera diferente", dijo Ying-Ru Jacqueline Lo, representante de la Organización Mundial de la Salud en Malasia, Brunei Darussalam y Singapur.
 
Después de controlar los primeros contagios, Singapur se enfrenta ahora a una segunda oleada de casos provenientes de viajeros que regresan. Las autoridades endurecieron las restricciones de viaje y las medidas de distanciamiento social después de que se duplicó el número de casos a 455 en la última semana. Sin embargo, muchos analistas creen que Singapur también logrará controlar la segunda ola.
 
Algunas de las ventajas de la ciudad-estado para hacer frente al brote son difíciles de reproducir en los países occidentales más grandes, como su población de 5,7 millones de habitantes.
 
Tan pronto como la información sobre la enfermedad surgió de Wuhan, Singapur comenzó a elevar la capacidad de los laboratorios para que se pudieran procesar tests en forma masiva y a desarrollar sus propios kits de prueba. Se cree que eso fue fundamental para contener los contagios y no abarrotar de pacientes los hospitales.
 
Hasta el 20 de marzo, Singapur había realizado 38.000 pruebas, es decir, unos 6800 exámenes por cada millón de habitantes, según el Ministerio de Salud.
 
Pero si bien las medidas gubernamentales para contener la primera oleada de infecciones fueron eficaces, también plantean dudas sobre lo invasivas que son las medidas estatales. Las cámaras de vigilancia, los agentes de policía y los equipos de rastreo de contactos ayudaron al gobierno a encontrar 7957 contactos cercanos de casos confirmados, quienes fueron puestos en cuarentena.
 
El gobierno lanzó TraceTogether, una aplicación que usa bluetooth para registrar la distancia entre los usuarios y la duración de sus encuentros. La gente acepta dar la información -que es encriptada y borrada después de 21 días- al ministerio de salud. El departamento puede contactar a los usuarios en caso de "probable contacto" con un individuo infectado.
 
Y aunque Singapur hasta ahora tuvo éxito, la batalla está lejos de haber terminado. Para hacer frente a una posible segunda ola de contagios, el gobierno prohibió ayer el ingreso de visitantes. Los residentes que regresen tendrán que someterse a una cuarentena de 14 días en su casa, quien no la cumpla tendrá una multa de hasta u$s 6900 y hasta seis meses de cárcel o alguna de ambas penalidades.