Una denuncia por un testamento ológrafo falso obtenido mediante engaños a una descendiente directa del presidente Bernardino Rivadavia derivó en dos allanamientos realizados en una librería y en un departamento de Villa del Parque. Los investigadores no lo sabían, pero esos inmuebles pertenecían al hijo de la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño.
En la búsqueda de los libros que una vecina de Bernardino e Isabel Rivadavia se había llevado de la casa de los hermanos y con la pista de un usuario de internet, identificado como “Pucherito2665”, los investigadores judiciales llegaron, de manera fortuita, a dos inmuebles de Villa del Parque.
Según fuentes de la investigación, en uno de esos inmuebles funciona una librería y el restante corresponde a un departamento en el que vive Federico Barea, hijo de Caamaño.
Al revisar esos inmuebles, los investigadores hallaron incunables y 450 libros de la colección de 20.000 volúmenes de Bernardino Rivadavia, chozno del primer presidente argentino.
Mientras inspeccionaban el departamento para buscar otros elementos que formaban parte de la colección privada del descendiente de la quinta generación de Rivadavia, los investigadores hallaron seis maceteros con plantas de marihuana. Esos plantines fueron encontrados en el primer piso del departamento. A partir de este hallazgo, los policías se comunicaron con el juzgado federal N° 5, que ordenó que el dueño del departamento fuese trasladado a una comisaría donde fue fichado y se le notificó de la formación de una causa penal en su contra por la supuesta infracción a la ley 23.737.
Después que la policía comprobó que el hijo de la funcionaria no tenía ningún pedido de captura en su contra, fue liberado y, en los próximos días será llamado a una indagatoria.