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“Soy de la villa 31 y muchas como yo pensamos que un aborto es matar”

El testimonio conmovió por lo crudo, por lo auténtico. Frente a los legisladores, Lorena Fernández, residente en la Villa 31, exclamó estar en contra del aborto y desafió a los presentes a que vayan a las villas y pregunten a cada mujer pobre si está de acuerdo con el aborto.
 
 “Estoy cansada que todas (las que promueven el aborto) se cuelguen de nosotras que somos pobres, humildes. Soy de la villa 31 y muchas como yo pensamos que un aborto es matar. Todas tenemos más de un hijo; yo tengo cuatro. Tengo una hija de trece años; su papá (yo me casé con él) me pidió que aborte. Fui a una clínica y le dije a la doctora que no quería abortar, que ya había abortado a los 16 años, mis propios padres me lo pidieron”, contó durante la reunión de comisión que debate el proyecto de despenalización.
 
Otro testimonio que apeló a la fibra sensible de los diputados fue el de Carolina Anahí Mangold, una joven de 29 años de la provincia de Santa Fe, que relató el “trauma” que vivió tras practicarse un aborto de manera casera.
 
Relató que, “entre los 15 y los 16 años”, sufrió un atraso y su pareja la obligó a tomar dos pastillas de Oxaprost (misoprostol) con un intervalo de media hora, y a colocarse una tercera de forma intravaginal. “Empecé a sangrar mucho y a despedir restos de carne, y entre esos restos había un pedacito como si fuese un corazón”, contó, visiblemente nerviosa. Y agregó: “Me temblaba todo y sólo pensaba: ¿qué estoy haciendo?”.
 
 Reveló que después de ese episodio sufrió otro similar y su pareja nuevamente la obligó a tomar pastillas, aunque sólo ingirió una. “Despedí mucha sangre, pero sólo sangre”, dijo. Entre sollozos, continuó: “Vengo acá porque hoy lo puedo contar, pero viví un trauma muy fuerte. Todo lo que hacía, me hacía infeliz”.
Mangold comentó que “sufría muchas pesadillas, soñaba cosas muy feas”, e insistió en que sentía “vergüenza y miedo” de contar su experiencias, pero dos retiros espirituales la ayudaron a “sanar mucho”.
 
“El aborto no es la solución. Hoy en día tengo una hija, Brunela, y cada vez que un nene de 14 años se acerca a jugar con ella no puedo dejar de pensar que podría ser su hermano”, confesó, y finalizó: “Que el síndrome post aborto no existe es mentira, porque yo lo viví en carne propia”.
 
 También habló el exsenador Eduardo Menem (PJ). Sostuvo que los proyectos de despenalización del aborto vulneran la Convención Internacional de Derechos del Niño, que tiene jerarquía constitucional. “Si se quiere avanzar con la despenalización del aborto, habría que desmontar todo el sistema jurídico, desde la Constitución Nacional, hasta la Código Civil”.
También habló ante el plenario de comisiones el rabino Fishel Szlajen, quien aseguró que “expresiones como ‘aborto libre’ e ‘interrupción voluntaria del embarazo’ son eufemismos.
 
Foto: HCDN
Fuente: Laura Serra – La Nación

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