Aunque dicen que la tercera es la vencida, en el caso de Tom Morgan fue recién su cuarto intento -en Johannesburgo- el que resultó exitoso. "El problema fue encontrar un lugar que tuviera un buen clima y proteger a los globos para que no explotaran mientras me elevaba", aseguró.
El disparador de esta locura ocurrió hace unos años, cuando el británico encontró un artículo periodístico que relataba una carrera de globos aerostáticos en 1905. "Apenas lo vi, pensé que yo quería hacer lo mismo", confesó el británico.
Pero Morgan no estaba solo y contó con el respaldo de una liga de aventureros, que hace 12 años planea locuras de este tipo. "Uno de los principales temores era el momento del aterrizaje, que lo hice en las inmediaciones del aeropuerto local", detalló el joven. Pero no era lo único: "Yo no sabía si los globos iban a explotarse, ya sea por la velocidad o por el sol".
Para su fortuna, Morgan logró cumplir su sueño y fue testigo de una "vista mágica" desde las alturas.